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DOMINGO.

SEPTIMA LECCION.

MI SCELANEA.

Así como el rio llegando cerça del mar se hace mas ancho, mas profundo, muestra mas mezcladas sus aguas, admite mayores peces, y lleva con mas fuerzas los baxeles de mas buque; así tambien, señores eruditísimos, mi última leccion, que es ésta, será algo mas dilatada, mas llena de ciencia, mas abundante de especies varias, Ilevará mayores trozos de erudicion, y arrollará con mas fortaleza las objeciones de la ignorancia.

Permitidme que os llame á la meinoria el asunto de mis lecciones pasadas, aunque sea necedad hablar dos ve ces de una misma cosa.

El Lunes aplaudí la excelencia de
G

nuestro siglo sobre todos los demas pasados y futuros: en está seguí la loable costumbre de todos los nuestros, que lo hacen con freqüencia y satisfacción, sin duda para ahorrar este trabajo á la posteridad, que tendrá tal vez otras cosas que hacer, ó será de otro dictamen. En el mismo dia os dí un spleno conocimiento de las ciencias, su objeto y su utilidad; y señalé también las qualidades que debe tener todo el que aspire á estudiar con provecho este curso, no queriendo admitir á mi escuela hebdomadal (que poco os esperabais este terminillo!), sino a los que muestren esta natural disposicion. De qué me servirian unos hombres, que para averiguar una cita se estan con los codos coinpenetrados con el ́bufete horas y mas horas; ni aquellos que -para adelantar en publico una proposicion, abren diez libros, preguntan á veinte doctos, y gastan quarenta noches en rumiar la especie, y aun despues de esto la protieren con modes

tia y desconfianza? De nada servirian sino de entristecer mi Academia, de lo que Dios nos defienda.

El Martes os dixe mas de lo necesario; estuve superabundante en las materias poética y oratoria; y á fe que me quedó cansada la cabeza.

El Miercoles os enseñé todos los misterios de la Filosofia de antaño y de ogaño, de aqüende y de allende. Pero qué bien!

El Jueves dixe bravas cosas del Derecho de gentes, y de la naturaleza; y cuidado, que estuve precioso!

El Viernes os enseñé Teología, y á fe que dixe cosas estupendas.

Ayer Sabado hablé de Matemática, y á la verdad con gran solidez.

Hoy Domingo, despues de encargaros que repaseis las lecciones de los anteriores dias, algunas veces miéntras os acepillan el vestido, ó miéntras arriman el coche, os digo que no basta el profundo conocimiento que os he inoculado (qué alusion á las virueGa

1as!) con sumo método y primor; se ha hecho indispensable una tintura ménos sólida de otras facultades y noticias, como son las siguientes:

Historia.

Música.

Lenguas vivas. Viages.
Blason.
Crítica.

Si yo me hallára en vuestro pellejo, me seria fácil adquirir la fama de hombres incomparables en la ciencia histórica, no por cierto, con leer la Biblia, los varones de Plutarco, los anales de Tácito, la historia de los Cesares por Suetonio, Dionisio, Halicarnaso, y otras de esta autoridad entre las antiguas; la universal de Rolin, las de las Españas por Mariana, Garibay, Ferreras, Herrera, Zurita, Bernal Diaz del Castillo, Solís, Inca, y otros varios; la de la Gran Bretaña por Hu→ me, la de Francia por el Padre Daniel, y las de los demas paises por sus autores mas célebres; en ninguno de

estos prolijos escritos, ni siquiera el universal Compendiador el Presidente D' Hainault, y sus imitadores, que han reducido los anales de todos los pueblos del mundo á unos cortos compendios cronológicos. Nada ménos que eso. Mucho mas os hareis insignes con decir que es corto el trecho que hay de la fabula mas ridícula á la historia mas extendida.

Repetid, que tan poca fe dais al Alexandro de Quinto Curcio, y al Cortés de Solís, como al Achiles de Homero. Esto se llama destruir el edificio por el cimiento, y caminar con pa so gigantesco al templo de la singularidad, deidad no conocida de los Romanos. Pero como muchas veces los auditorios son como los niños, que si no comen, han de jugar; y si no jue gan, han de comer; tomad los expresados compendios, que en pocas hojas os dirán, quanto ha pasado, y si me apurais, quanto ha de pasar desdeel principio en que crió Dios el cielo y la tier

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