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con algun abanico si es verano, y calentandoos la espalda á la chimenea si es invierno, ó dando cuerda à vuestro relox, que habreis puesto con el de alguna Dama de la concurrencia, ó componiéndoos algun bucle, que se os habrá desordenado, ó mirando las luces de los brillantes de alguna piocha, ó tomando un polvo con pausa y profundidad en la caxa de alguna seño ra, ó mirándoos á un espejo en postura de empezar el amable), sin duda direis, haciendo alguna cosa de estas ó todas juntas, porque el sistema de Pytágoras trae la metempsicosis, transmigracion, ó vaya en castellano, una vez, sin que sirva de exemplar para en adelante, el paso de un alma por varios cuerpos, y esta mudanza debe ser favorita del bello sexô. Vereis como todas se sonrien, y dicen: Qué gracioso! qué chusco! unas dándoos con sus abanicos en el hombro, otras hablando á otras al oido, con buen agüero para vosotros, y to

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das muy satisfechas de vuestra erudicion, no sin alguna ambicion de mi parte, y arrepentimiento de haberos enseñado en tan corto tiempo lo que me ha costado tantos años de vasta lectura y profunda meditacion.

Pasemos á otra materia, pues quedais ya con esta leccion perfectamente caracterizados de Filósofos á la violeta.

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La Leccion de este dia es muy trivial. No se trata mas que de lo que se debe el hombre á sí mismo y á los demas hombres: lo que un estado tiene que cuidar dentro de sí mismo y res pecto de los otros estados. Esto, ya veis, en substància es una grandísima friole ra. Antiguainente no hablaban de esta facultadesinó aquellos á quienes com petia, como Príncipes, Embaxadores y Generales. Pero tiempos bárbaros se rian aquellos en que no hablase cada uno mas que de lo que le toca! Qué diferentes son los nuestros! En ellos no hay cadete, estudiante de primer año, ni mancebo, de mercader que no ha

ble de Menchaca, Ayala, Grocio, Wol fio, Pufendorf, Vatél, Burlamachy, &c. Vosotros, viviendo yo, no habeis de ser menos, con que así manos á la obra.

Direis que nuestro Menchaca en sus Controversias ilustres tocó la materia muy de paso que Ayala solo habló del Derecho de la guerra: que Wolfio escribió muy latamente sobre el Derecho natural, y que hizo mál. en no escribirlo como ensayo, diccionario, ó compendio, ocen siete lecciones como este curso. De Grocio direis que fue mas moderado, por mas que su Comentador Barbeirak lo aumentó con sus ilustraciones, cuya mala obra tambien hizo al Baron de Pufendorf, poniéndole unas notas tan grandes como el pelucon que se ve en el retrato del grave caballero en el frontispicio de su obra. Irritaos mucho contra Vatél, que redu xo esta facultad á un método geomé→ trico, llevando al lector encallejonado desde la primera hasta la última

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proposicion. Leed los índices de cada uno de estos autores, y aprended al-. go de cada uno de memoria, segun. vuestro humor ó el de vuestros oyentes: no olvidando á inayor abundamiento, el citar el Tratado del Embaxador, escrito por Vilcfort, asunto tambien tra tado en castellano por Don Antonio de Veral

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Con: estos fundamentos empezadá construir el edificio de vuestra erudi cion en esta materia. Decid que sin esta facultad las naciones que admiramos por cultas, serian unos ranchos de salvages como los Hotentotes, y que su práctica ha hecho comunes los bienes de todos los hombres. No ahondeis qüestion alguna del Derecho Público, porque son todas peligrosas; y asi dexando el tronco, subios por esas ramas, suscitando qüestiones en que no podais cometer absurdos de larga cola preguntad si el equipage del cocinero de un Emba xador debe ceder el paso al del mayor domo de un Enviado y otras seme

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