Con vista mortal y flaca, Mi padre algun dia, y siente Y Vuelva el curioso lector á figurarse la pasada composicion de lugar, y verá que no se distingue esto de una relacion del Negro mas prodigioso ú á otra semejante. Poquito tendria que lucir un cómico nuestro sus gestos, manoteos, despatarradas y posturas, con lo de la cola, lo del humo, lo del carro, lo de las aguas, lo del templo, lo de los monumentos, lo de las crines, lo de los caballos, lo de las llamas, lo de las voces, &c. &c. Vuelvo á decir que no le falta más que el final, durante cuyos quatro versos (este durante cuyos es cosa nueva) estaria el auditorio preparándose para el terremoto universal de palmadas, y llegado que fuese se hundiria la casa, y el cómico acabaria de matarse haciendo cortesías á derecha y á izquierda, arriba y abaxo, con el cuerpo y con la mano, con el sombrero y con el baston, y aprove chándose de este rio revuelto, diria con voz baxa al compañero mas cercano: cansado estoy te aseguro y el otro le diria: pero qué importa, si lo has hecho de pasmo! ARTICULO DE OTRA COSA, Quando dixe, que de los nues tros epicos no citaseis mas que á Erçilla, y aun de éste solo aquello que cita cierto amigo no hablé de memoria; pero hay ciertos sugetos que no le tienen por infalible, y dicen que aunque el dicho perdone, hay por acá un Valbuena y otros tan buenos como era Ercilla, y que en éste hay ciertas cosas asáz mejores que en el discurso de Colocolo, á saber, el desafio entre el Lombardo y el Americano, y el episodio de la batalla de Lepanto, y otros trozos. Vedio, y saldreis de la duda. Quando hablando de los poetas ingleses dixe con un célebre frances mil pestes del epico Milton, pude, y debi haber traião muy extensos os parrafos que tanto le chocáron, para per suadir á mls lectores que el tal Milton era un loco; pero un amigo que tengo, empeñado en sostener que hay pedazos en su poema iguales en el estilo, y superiores en el asunto á todas las epopeyas, me puso una pistola al pecho para que insertase en este suplemento unos pedazos del tal Virgilio Britano; y yo por no morir tan temprano le obedeci con toda repugnancia. Son los siguientes, y de ellos infiere mi amigo que el tal crítico no tuvo razon en llamar feroz á la musa que inspiró estos y otros semejantes fragmentos. En la traduccion tendriais, ó mis amadísimos discípulos, mil y quinientas cosas que suplir, si entendieseis el original; pero me consuelo con que vosotros no habeis dado en aprender aquella lengua á la violeta; que si así fuera, quién os habia de aguantar? Ved el principio del poema y algunos cortos extractos suficientes para conocer el carácter del poema y de la poesia, y no tengais la flema de ir comparando todas estas hermosuras y las demas que se hallan en esta epopeya con las de Homero y Virgilio, en punto de invencion y fantasía poética, ni tampoco os tomeis el trabajo de ver los parages que trae de los libros sagrados, la imitacion del estilo hebraico, la relacion que hace, aunque con desprecio, de la fábula, para realzar mas lo verdaderamente respetable de la tradicion, &c. nada mé→ nos que eso. Nada de esto es menester para hablar despóticamente de un autor por respetable que sea: basta haber leido por encima algo de su traduccion buena ó mala, y la crítica que ,y hace de este poema épico y de todos los otros que llegáron á su noticia, el autor de la Henricada (1), admitien (1) NOTA. Decimos Henrique en castellano: Ergo diremos Henricada. Esta grave obser vacion es de un sobrino mio. Si conocierais á mis sobrinos! ay qué sobrinos! sobrinos de su tio. |