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Cher ami, si mon pere un jour désabusé
Plaint le malheur d' un fils fausement accusé,
Pour appaiser mon sang et mon ombre plaintive,
Dis-lui qu'avec douceur il traite sa captive,

Qu'il lui rende... 4 ce mot ce Héros expiré
N'a laisse dans mes bras qu'un corps défiguré;
Triste objet ou des Dieux triomphe la colére,
Et que meconnoitroit l'œil même de son père.

Todo lo qual traducido en prosa casi literal significa lo siguiente, y nótese si son, ó no, del gusto de las relaciones criticadas en Calderon las expresiones que van en carácter diferente.

El iba en su carro. Sus guardias afligidas imitaban su silencio al rededor de él formadas. El seguia todo pensativo el camino de Micenas. Sus manos dexaban fluctuar las riendas sobre sus caballos. Estos soberbios bridones, que

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se veian en otros tiempos llenos de un ardor tan noble obedecer su voz, ahora con el ojo triste y la cabeza baxa parecian conformarse con su triste pensamiento. Un espantoso grito salido del fondỏ de las ondas de los ayres, en este momento ha turbado el reposo, y del seno de la tierra una voz formidable responde gimiendo á este grito horrendo, hasta en el fondo de nuestros corazones nuestra sangre se ha helado. De los brutos atentos la clin se erizó. Miéntras tanto sobre la espalda de la llanura líquida se levanta con gruesos borbotones" una montaña húmeda. La onda llega, se rompe y vomita á nuestros ojos entre olas de espuma un mons➡ truo furioso. Su frente ancha está armada de cuernos amenazores. Todo su cuerpo está cubierto de escamas que amarillean. Indomable toro, dragon impetuoso. Su grupa se encorba con repliegues retorcidos. Sus largos bramidos hacén temblar la orilla. El Cielo con horror mira á este monstruo salvage.

La tierra se conmueve, el ayre se infesta. La onda que le traxo espantada retrocede. Todo huye; y sin armarse de un inútil valor, al templo vecino cada uno busca un asilo. Hipólito, él solo digno hijo de un héroe, detiene sus caballos, agarra sus dardos, va hácia el monstruo, y con un dardo arrojado por una mano segura, le hace en el flanco una ancha herida. De rabia y de dolor el monstruo dando bores viene á caer bramando á los pies de los caballos, se revuelca, y les presenta una boca inflamada que los cubre de fuego, sangre y humo. El miedo los arrebata, y sordos esta vez, ya no conocen ni el freno ni la voz. En esfuerzos impotentes su dueño se consume. Colorean el bocado con una espuma sangrienta. Aun dicen que se vió en este fatal desórden un dios que con ahijon les heria el flanco lleno de polvo; por entre las peñas el miedo les precipita. El exe se siente, y se rompe. El intrépido Hipólito ve volar

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en astillas todo su carro destrozado. En las riendas él mismo cae enredado. Escusad mi dolor. Esta cruel imágen será para mí de lágrimas un manantial eterno. Yo he visto, señor, á vuestro infeliz hijo arrastrado por los caballos que su mano ha alimentado, quiere llamarlos, y su voz los espanta. Corren. En breve es una llaga todo su cuerpo. De nuestros dolorosos gritos resuena la llanura. Su ardor impetuoso al fin se calina. Se paran cerca de esos monuimentos antiguos, donde de los Reyes sus abuelos estan frias las reliquias. Corro suspirando, y su guardia me sigue. La huella de su generosa sangre nos conduce. Las rocas estan teñidas de ella. Las breñas asquerosas llevan los sangrientos despojos de sus cabellos. Yo llego, le llamo, y tendiéndome la mano, él abre un ojo moribundo que cierra luego. El cielo, dixo ine arranca una inocente vida. Cuida despues de mi muerte de la triste Aricia. Amigo querido, si mi padre al

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gun dia desengañado compadece la desgracia de un hijo falsamente acusado, para apaciguar mi sangre y mi sombra quexosa, dile que con suavidad trate á su cautiva, que la vuelva... en estas voces el héroe muerto no ha dexado en mis brazos mas que un cuerpo desfigurado, triste objeto donde la cólera de los dioses triunfa, y que el ojo mismo de su padre no conociera.

Ahora ved esto mismo puesto en verso de romancillo, y figuraos que en vez de pronunciarse esta relacion por un actor de bella presencia, propiamente vestido y medido en sus gestos teatrales, en vez, digo, de todo esto, figuraos que sale Nicolás de la Calle con un vestido bordado por todas las costuras y su sombrero puntiagudo , que toma la punta del tablado, que cuelga el baston del quarto boton de la casaca, que se calza magestuosamente el un guante, y luego et otro guante, que se estira la chorrera de la muy blanca y muy almido

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